Hoy desperté con cierta nostalgia, hace unos días pensaba en que este verano era más parecido a un otoño, parece que mis recuerdos de los veranos estaba un poco en un baúl, el año pasado no tuve verano, 2 inviernos, 2 otoños y una primavera en la cuenta final.
Ayer por la noche vi Scenes of the suburbs, un corto de Spike Jonze en colaboración con Arcade Fire, sucesos de un verano de un grupo de amigos en un entorno findelmundista, hoy por la mañana abrí la ventana de mi recámara y sentí el olor del verano, la mañana fresca, casi fría y recordé.
Recordé miis veranos de la adolescencia cuando nos juntábamos los vecinos a jugar futbol todas las mañanas, a jugar videojuegos, a ver películas por las tardes y noches, a veces volvíamos a jugar al futbol.
Hay un verano en especial que llegó esta mañana el primero de la preparatoria, éste verano volvía a México la prima de uno de mis vecinos, aquella que conocí a los 11 años y con quien mantenía contacto vía correo postal, ella vivía en el norte del continente, de madre mexicana y padre de algún extraño país europeo.
Y recuerdo que ese verano fue cuando comenzamos a crecer. Como cada año apareció tocando la puerta de mi casa, yo escondido en mi ventana observaba, no diré que la vi con otros ojos porque siempre me pareció hermosa, mientras la veía por la ventana salió una de mis hermanas a recibirla, como era el protocolo después me llamaba desde las escaleras, yo al bajar me hacía el sorprendido y pasábamos toda la tarde juntos.
A los 4 días le pedí que fuese mi novia en una lengua extraña (la de su padre) y ella aceptó, fuimos la pareja más comentada del verano, yo seguí yendo por las mañanas a jugar al futbol, y por las tardes antes de los videojuegos tocaba el timbre buscándola, me ponía muy nervioso ir a casa de mis amigos buscando a otra persona, cuando salía por la ventana los nervios se acababan, cuando llegaba la hora de juntarnos con los demás ahí estábamos como equipo, mi anterior co.equipero me miraba con recelo, al dar paso a la noche de películas teníamos nuestro lugar reservado, era como si nuestro grupo de amigos estuviese tratando de darnos el mejor de nuestros veranos.
Y si fue un veranos perfecto juegos de futbol, pláticas de sofá, fiestas clandestinas, lluvias nocturas, y desvelones épicos para nuetra edad.
Hasta que se terminó, nos despedimos en la calle, sus familiares nos miraban enternecidos, ella se subió al vocho de su tío y yo me quedé ahí en la calle de mi barrio. El vocho arrancó rumbo al Aeropuerto Internacional Benito Juárez.
Y si se lo preguntan, sí, lloré caminando a mi casa, y encerrado en mi habitación.
- Al final todo remite a un televisor en azul, un grupo de amigos dormidos, y una pareja mirándose fijamente.
