El andén del metro luce a reventar son las 7 pm y la gente se acumula en espera del transporte colectivo que los llevará a sus respectivos destinos, yo me encuntro ahí como cientos de personas que volvemos o intentamos volver a casa. El sonido ininconfundible de metro hace mella en todos los que estamos de pie en espera de los vagones naranjas. Uno de ellos cierra los ojos como implorando a que no venga atestado de usuarios, la plegaria no fue escuchada y un grupo se pone en posición unos para entrar y otros para salir.
Parecemos perros de pelea esperando la señalde ataque, dejo pasar el 1er tren buscando mayor comodidad en el 2do, entro en en el 2do tren a base de empujones, ya dentro del vagón es imposible realizar moviemiento alguno, como puedo deslizo mi mano por mi glúteo derecho y la encuentro, mi billetera sana y salva.
Pasan algunos segundos y me sorprendo con lo brazos cruzados sobre mi pecho, como en la foto antes de iniciar un partido de futbol, yo soy el arquero o como el conde Dracula en un ataud, pero en mi ataud hay 100 personas a mi lado, ahora si no puedo mover ni un dedo, y recuerdo los conciertos masivos en el zócalo de la Ciudad de México, el calor, los empujones, el dejarse lelvar por la masa, por la corriente, pero en realidad no me muevo nada porque no existe dicha corriente entonces regreso del centro de la ciudad al vagon 4 del metro de la estación Chilpancingo.
Las puertas se han cerrado, pero no nos movemos, aumenta la temperatura y me reprocho no haberme quitado la sudadera antes de abordar, no importa son sólo 3 estaciones, a mi lado una pareja se besa, han encontrado los centímetros necesarios para mover sus cabezas, los labios, y las lenguas, sus cuerpos inmóviles y la temperatura aumenta más y más, las ruedas comienzan a girar y una especie de alivio me hace suspirar.
La primera gota de sudor recore mi frente, siento como comienzo a transpitar y sobre mi cejas se comienza a juntar eso, sudor, como si mi frente fuerna nuber que condensan agua y las gotas comienzan a caer, no puedo moverme y la precipitación es inevitable, son sólo 3 estaciones hasta Chabacano. El calor es insoportable y ahora en mi nuca se hace una nueva precipitación que recorre mi espalda hasta perderse en mi cintura, el mismo recorrído que hacia la lengua de María una noche de primavera en sentido contrario.
Avanzamos lentamente y la presión se incrementa, de pronto dudo si soy claustrofóbico o no, o si siempre lo he sido pero lo habñia olvidado, el señor que está a mi lado derecho transpira su camiseta y no lo veo porque no puedo moverme, desafortunadamente lo se porque mi mano derecha comienza a humedecerse al igual que su espalda, ¿claustrofobia yo?, y alzo mi cabeza lo más que puedo en busca de aire, el tren se detiene en medio del túnel, ¿y si me desmayo? no puedo respirar, retoma rumbo hacia Chabacano y volvemos a frenar esta vez con un sonido parecido a cuando se desinfla un neumático, bueno si me desmayo al menos no me golpearé con el piso, otra vez se escucha el sonido que parece a cuando se desinla un neumático y ahora si quiero gritar, no me caería mal algo de protagonismo antes de desmayarme, la pareja sigue besandose, mi mano se humedece más una nueva gota recorre la parte anterior de mi muslo derecho, los neumáticos desinflados o no giran de nuevo.
La estación Chabacano aparece de repente con las luces del andén y mis últimos jalones de aire antes de desmayarme, no podré gritar, el tren se detiene, las puertas se abren e imagino el mismo sonido de la presión del neumático que seguramente debería de escucharse al abrir las puertas, salimos del vagón disparados como un ejercito de hormigas en busca de una salida, yo en busca de aire para poder gritar antes de desmayarme, pero me doy cuenta que si me desmayo ire a para directamente al suelo, olvido mi necesidad de protagonismo y me enfilo como las demás hormigas a el pasillo que conecta con la línea 1 en dirección de Tasqueña.