Saniago y Carla toman café en la misma cafetería donde hace poco menos de un mes se vovieron a encontrar, Carla le sujeta la mano mientras inclina su cabeza hacia la izquierda, ella sonríe.
Sobre la mesa, junto a sus manos entrelazadas el llavero de Santiago es adornado por un indígena zapatista, regalo del último viaje de su hermana que conocía por primera vez San Cristóbal.
Carla mira al zapatista, lo observa, sube la mirada que se clava en los ojos de Santiago.
-¿Qué carga en la bolsa, la revolución?
Santiago guarda silencio.
-Ejem... dignidad, dice el zapatista.
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